El jueves 4 de marzo de 2021 se cumplieron 5 años del traspaso de Eric Devallon (1964-2016). Alberto Mielgo, un saxofonista vasco, antiguo alumno de Eric Devallon en Musikene (Donostia), organizó un sentido homenaje reuniendo los vídeos de diferentes saxofonistas del entorno de Devallon. El mismo Mielgo arregló para cuarteto de saxofones una de las «Diez Melodías Vascas», la «Amorosa», del compositor Jesús Guridi.
Mirad el vídeo aquí:
Eric Devallon era una de estas personas que dejan huella tanto en el plano musical como en el humano. Prueba de esta influencia se aprecia no sólo en el número de participantes del vídeo (un total de 49, que seguramente hubieran podido ser más) sino también en el gran número de colegas y saxofonistas que le siguieron a través de su carrera artística como baritonista del cuarteto Diastema y estudiantes tanto en los conservatorios Musikene y CRR Bayonne (Francia) y en los numerosos cursos de saxofón en Francia y España.
Escuché por primera vez al cuarteto Diastema en el XI Congreso Mundial del Saxofón en Valencia (septiembre de 1997) y quedé impresionado por su gran homogeneidad sonora e interpretativa. En verano de 1998, en un curso de verano con Christophe Bois en Amposta (Tarragona), descubrí dos discos que fueron reveladores: «Saxophone Classics» (sus intervenciones en el 2º movimiento del quinteto de Beethoven aún me emocionan) y «French Saxophone Quartets» (¡qué decir de los solos de barítono del principio del Pierné o del 2º movimiento de Desenclos!). Además de escuchar lo que para mi en cierto modo era (y aún sigue siendo) la «perfección» en un cuarteto de saxofones, se me grabó aquel sonido de saxofón barítono tan compacto, la amplitud de sus agudos y la suavidad de sus graves, aquella precisión de las articulaciones, su riqueza tímbrica y su energía interpretativa. En aquellos discos entendí el rol del barítono en un cuarteto y, aún hoy en día, no lo veo de otra manera.
Tuve la suerte de acercarme a Eric a través de los Rencontres Internationales autour du Saxophone Baryton que se celebraron en Ambazac (Francia) entre 2008 y 2011. Formar parte de la organización de este evento en las dos últimas ediciones fue todo un regalo para mí, no sólo por los buenos momentos compartidos sino también porque me permitió conocer su lado más humano: su gran sentido del humor, su carácter fuerte y su sentido de la lealtad.
Pienso en Eric siempre que toco los «Trois Rêves en Musique», aquella impresionante obra para saxofón barítono solo que José Luis Campana compuso para él y que, desafortunadamente, por culpa de su grave enfermedad, nunca llegó a estrenar.
Merci beaucoup par tout, Eric. Ça a été un plaisir!